jueves, 20 de agosto de 2009

Policía y niña



Memoria de un trabajo que no fue.

Asamblea de Ciudadanos



Asamblea de Ciudadanos, material para un trabajo que no gusto....

domingo, 2 de agosto de 2009

Pinhead



El Cine “B”; esas películas, que nos hechizaban aunque lo neguemos nos gustaba. Hellraising, con la imagen de Pinhead comienza este tributo.

lunes, 27 de julio de 2009

lunes, 20 de julio de 2009

sábado, 18 de julio de 2009

Mega Man

Pavozo



Eso lo dice mí esposa, ¡pero, a mi me encanta!

+dMario.














Fin de semana, quincena, después de una noche maravillosa al lado de mi esposa, me como un chocolate y me dispongo a jugar un emulado de “NES” en mi Mac.

¡Eso era lo que Yo a los 13 años consideraba el Barjala de la felicidad! No esta nada mal, soy feliz



viernes, 17 de julio de 2009

"“El Jode infancia” "























Gracias a los pixeles y 8 bit de memoria, se levantó entre los grandes el más inverosímil “Superhéroe”: vestido con una braga roja y una gorra del mismo color, el fontanero enemigo de las tortugas se apropió de las mentes de los niños. “Mario” dispuesto a salvar cuanta princesa estuviese en peligro, mundo tras mundo, escapando del inminente “Game Over”.

Autoretrato

Autoremen

jueves, 9 de julio de 2009

Pies de reves

PIES DE REVÉS


Hacía frío y aun estaba oscuro, muy oscuro. El canto de los gallos de Rufino sonaba distante, como avergonzados de sacarnos de la cama.


Emili aun dormía, pero Ana al parecer tenía rato gimoteando de hambre, ella era tan pequeñita que casi no emitía sonido mayor a su propia respiración, y aunque dormíamos los tres apretujados en la misma cuna no la había oído llorar. Me apuré por darle el tetero y desperté a Emili con mucho esfuerzo, ella sí que sabía llorar. Luego de haberlas aseado nos preparamos para bajar el cerro rumbo a la casa de la abuela.


Siempre traté de comenzar el descenso antes que saliera el sol, pero le tenía un miedo terrible a la oscuridad, mi aprensión era tal que siempre retrasaba la salida sin razón aparente, mis zapatos lucían el lazo perfecto, cuando brillaba el sol de la mañana, y sólo a luz plena conseguía abrir el candado y retirar la pesada cadena oxidada de la puertucha de madera roída.


Emili se negaba a ponerse otro vestido que no fuese el de siempre: ese vestido rosado al que se le desprendían los encajes y le quedaba como una camisa larga. También era imposible que se pusiera las cholas al derecho, porque según ella así eran más cómodas.


Maíta nos contaba que los duendes tienen los pies al revés y me daba miedo que mi hermana, tras esa manía, se convirtiese en un duende.


A los niños que no les habían echado el agua se los llevaban los duendes, por eso siempre y cada vez que podía las bañaba yo mismo, recordando echarles abundantes agua en las cabezas.


El camino era muy largo, por eso comenzábamos a bajar cuando apenas salía el sol, tempranito, y llegábamos listos para el almuerzo.


Ese día como todos los días, temí en cada recodo oscuro, temí por toda sombra y por cada ruido.
- Tranquila Emili no pasa nada, eso que suena es un gato.


- ¡Michu, michu! ¡Dindo! - Corrió ella escapada rumbo al ruido.


- ¡Espera Pipona! ¡Pa'llá no!


Pero no me hizo caso y continuó su desbandada rumbo al "malévolo" ruido.


¿Y si no era un gato ni nada de eso? Yo estaba seguro: era un duende, era un patas torcidas que la engañaba para llevársela a su casita y me dejaría sin mi negrita, quien decía "vérciale" cada vez que yo le pedía hacer algo.


- ¡No Emili, párate ahí ya!


Pero no me hacían caso ni ella ni mis piernas, no podía correr con la bebé en brazos y no podía correr con tanto miedo.


Tenía que hacerlo, debía hacer que se detuviese, tenía que invocar lo que más temíamos, más que al duende, más que a nada.


- ¡Párate o le digo a mamá que te miaste la cama! - Se lo grité.


Ella no dio un paso más, y reventó en el más desolado llanto. Sólo de pensar qué pasaría si mamá se enterase me rompía el alma y me hacía doler la espalda.


- No niña, no. Yo no digo nada. Aquí llevo las sábanas para que Maíta las lave y te juro que mamá no se enterará. Tranquila, te prometo que sí la engañamos hoy, hoy no se entera, hoy no nos pega.


Como me duele haberte mentido, pero ese día como todos los días mamá se enteró.

Maita (Video)

miércoles, 8 de julio de 2009

Maita(Cuento)

Maíta

Arreciaba la lluvia en los techos de la casa de la abuela. Llovía tanto dentro de la casa como fuera, porque las ollas que contenían el cielo líquido se desbordaban. Llovía como creo, debió haber llovido aquel Jueves Santo del que me habló ella, y me parece que Maita pensó lo mismo porque se persignó. Ese día comeríamos domplinas y como yo era su "ayudante" me tocaba rallar el coco. Recuerdo que cuando yo hacía esa labor la leche era más rosada que blanca, porque el “guayo”, hecho con una lata de leche perforada en muchos puntos por un clavo, era tan eficiente que raspaba los nudillos. Yo prefería comer bolas de plátanos pilados, en parte porque ella cantaba mientras pilaba y en parte porque yo no tenía que hacer nada, pero me gustaba tanto escuchar los cuentos de Maita… que bien valía la pena dejar un poquito de sangre en la leche de coco.

- Hijo, tú sabes que a tu tía Delfina se la llevaron los duendes cuando era niña. Tu tía estuvo perdida por cinco días y cuando apareció estaba limpieciiita y bien comida. Ella decía que le dieron de comer frutas, queso y casabe...

La interrumpí:
- Maíta ¿era muy común que en Güiria lloviesen peces?

- ¡Ni Dios lo quiera! No. Yo lo vi sólo una vez y te conté cómo y porqué fue, ¡eso fue muy feo!

- Pero… ¿que lluevan peces es malo?

- Sí, porque fue en Semana Santa. Cuando yo era moza tenía unos primos que estaban enamorados pecaminosamente, y ellos hicieron “eso” que no se debe hacer en Semana Santa, y porque eran primos Dios por castigo hizo que llovieran peces.

Son tantas las cosas que no se deben hacer en Semana Santa que nunca estuve seguro si fue que gritaron o silbaron, si es que comieron carne o caminaron descalzos por la sala, pero por más que yo repetí todas y cada una de esas acciones pecaminosas (en secreto por supuesto) nunca conseguí que llovieran peces. Claro, después de grande lo comprendí todo: eso sólo pasaba en Güiria.

Caballo_calavera

lunes, 6 de julio de 2009